En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el ejército belga lo tenía todo preparado: un foso de 33 kilómetros de largo y un cinturón de fuertes y búnkeres detendrían a los tanques alemanes y protegerían Amberes. El canal antitanques va de Berendracht a Oelegem, del Escalda al Albertkanaal. Impresionante, pero ¿parar tanques? ¡Nunca lo hizo! No obstante, el foso antitanques no era ni mucho menos una estructura inútil. La naturaleza tomó el relevo de los soldados, con una rebosante vida acuática y una flora insólita. Los búnkeres y fuertes también recibieron nuevos ocupantes. En Fort Oelegem, cientos de murciélagos encuentran un lugar para invernar. Los paneles informativos del camino te cuentan más cosas sobre la historia del foso antitanques, el paisaje circundante y la naturaleza.
